miércoles, 9 de marzo de 2011

Intimidad...

Daniela Jimenez Mejia

domingo, 6 de marzo de 2011

Historia en un bar

No era muy tarde la verdad iba caminando en medio de una extraña tarde donde el cielo no tenía un color definido pero aproximándolo diríamos que era naranja esa vez, caminaba sin rumbo fijo simplemente me dejaba llevar por el viento, la gente, el ruido y parte de mi buscaba escapatoria a todo esto en especial al primer enemigo de todo humano y su vida social LA RUTINA.

En medio de muchos otros lugares encontré un lugar tranquilo con arboles era una pequeña isla en medio de la gran ciudad que de hecho alcanzaba ver en los arboles muy lejos al fondo fue una imagen que me hizo sentir superior y algo en paz conmigo misma, de momento empecé a escuchar un sonido tímido en medio de aquella tranquilidad que me inundaba y comencé a caminar en busca de ese ritmo algo pegajoso que llegaba hasta mi haciéndome una invitación, encontré sitio donde sentarse y tal vez tomar algo no muy fino era algo más bien clandestino con un poco de jazz y tronquitos que simulaban ser mesas y sillas entonces fue cuando decidí quedarme, me senté y pedí un café, escuche música y de repente llego alguien mas era un hombre con mucho estilo diría, el hombre del que cualquier mujer se enamoraría a primera vista, no te que la mesera comenzó a hacer gestos, a ser más atenta de lo normal y que en menos de lo que me imagine entablaron conversación decidí quedarme y pedir un café mas para ver el desenlace de esta historia a mi alrededor tenia mil y un historia más que me rodeaban entre ellas la de una mujer que hablaba por teléfono con la esposa del personaje que actualmente era su novio y como es natural se acaba de enterar en medio de una discusión a gritos y un poco de llanto en la cual ella desearía ser la elegida.

Pero volviendo a nuestros personajes ellos seguían en un ritual donde las miradas van y viene reconociendo que el se había convertido en el cliente privilegiado y algunas veces alejarse de la mesa era complicado para nuestra gil mesera que sin saber quién era el seguía su juego extraño pero comprometedor, note que escribieron algo en un papel supongo que se trataba de un intercambio de números él le dio un beso en la mejilla entraron los dos al bar y sin saber comenzaron a bailar en medio de la oscuridad las sillas y la música tenue se dieron un beso y ahí fue cuando decidí no ver más pague mi cuenta y deje esta historia en un continuara que me proporciona la idea de volver a este bar de historias y saber que pasara.

Alexandra María Zapata Pérez.