miércoles, 17 de agosto de 2011

Viaje al sexo

Cuando sentía que torpemente regresaban mis sentidos me encontré solo en esa ciudad, parecía que nadie nunca la hubiera habitado, como si nadie nunca la hubiera transitado y debo confesar que soy un amante de la soledad. Tambaleante y sediento decidí aceptar entonces la oferta e inicié mi recorrido.

Recuerdo que no sentía miedo alguno de atravesar tan intimidantes calles en plena oscuridad, pues el valor lo había adquirido sólo unas horas antes con un par de copas y podía sentir sus efectos en mi cuerpo, amortiguando el dolor que me producía aquel largo recorrido con mis pies desnudos; me importaba un carajo.

Aunque haya olvidado como llegué allí, me encontraba en medio de la carretera, solo de nuevo para mi suerte aunque sentía que en cualquier momento podría perder mi vida, y ese pensamiento dibujaba una pequeña sonrisa en mi rostro del cual caían goteras de sudor provocadas por la leve inclinación que llevaba esa extensa vía. La libertad que me invadía era inexplicable.

Me detuve a descansar por unos segundos desesperado en busca de algo que mojara mi garganta, de repente las calles se estremecieron y fueron invadidas de corrientes amargas que me recordaron el sabor del mar, el sabor del sudor, mezclado con el mareo de mis pensamientos y con la dolorosa pero placentera sensación de ver agua de la cual no podía beber.

Continué mi camino, y la ciudad solitaria temblaba con tal fuerza que sus calles sucumbían y me hacían testigo de ese dulce sonido de destrucción, mis ojos contemplaban como lentamente se rompía y se retorcía avistando la más cruel de las catástrofes conmigo a bordo, nadie más.

Mis fuerzas me abandonaban, estaba al borde del abismo y sin intención alguna de aferrarme a algo, me dejé a mi suerte que no fue más que mi cuerpo pesado cayendo sobre esa ciudad resquebrajada que me recibía y amortiguaba mi caída como si quisiera lastimarme pero a la vez salvarme. Estaba jugando conmigo y en mi cuerpo se hacían evidentes las marcas de aquella ruleta rusa donde seguramente ambos terminaríamos muertos.

Maicol Cheng

Estos eran mochileros

Entre las luces coloridas y los mareadores rayos intermitentes que iluminaban todo el lugar, podía apreciarse un grupo de tres atractivas mujeres con cuerpos prodigiosos, dos rubias y una morena, en las sillas altas de cojín rojo podía admirarse sus largas piernas debido a sus cortos vestidos con tacones muy altos que estilizaban sus figuras. Las tres jóvenes que no superaban los veintidós o veinticuatro años de edad, estaban acompañadas de un hombre calvo, de contextura delgada al que a diferencia de las mujeres la vida no había favorecido con dotes físicos. El hombre recorría una y otra vez el lugar con su mirada como si buscara algo, pedía a la mesera constantemente rondas de cocteles, aún después de las buenas intenciones del hombre por mantener satisfechas a las bellas mujeres, ellas no parecían muy a gusto, no conmversaban mucho ni reían. A pesar de tan despampanante belleza no eran muy cotizadas en el lugar, no se veía ningún hombre invitándolas a bailar ni ofreciéndoles un trago.

La noche era joven lo que no quería decir que la rumba lo era, entre Red Bull, ron, tequila, shots, cocteles, bonbombunes y éxtasis las personas comenzaban a enloquecer; este no era un lugar donde se invitaba a la primera cita, ni era visitado por grupos de inocentes colegialas, debido a que la mayoría de las personas salían de allí al mismo tiempo que el sol para lo que seguramente usaban sus gafas oscuras, no solían llegar muy temprano.

Quizá era por la xenofilia que padecen los habitantes de la ciudad o porque en realidad los cuatro hombres que llegaron eran bien parecidos (bueno solo tres), o también por el imaginario que tienen las mujeres paisas de que si no es colombiano es posiblemente un alto ejecutivo, ganadero, inventor, futbolista o alguna otra labor que otorgue grandes remuneraciónes económicas, lo que por ley de transitividad lo hace interesante. Los cuatro hombres llegaron y se instalaron en una de las mesas del lugar, parecían estar bañados por una luz divina porque todas las miradas femeninas estaban clavados en ellos. El hombre calvo y sus tres acompañantes no quitaban la mirada de los extranjeros, el hombre dijo algo a las chicas a lo que ellas se dirigieron a la mesa de los recién llegados. Uno de los cuatro hombres resaltaba, claramente era colombiano y no despertó ningún tipo de interés en ninguna de las mujeres. Las chicas se acercaron bailando con tragos en sus manos, una gran sonrisa y un profundo escote que hacia juego con las imágenes sujestivas plasmadas en las paredes, los rubios y altos caballeros estaban felices con su visita, un poco tímidos las tomaban por la cintura mientras intentaban seguir el ritmo de la música, ellas se desplomaban en sus brazos como doncellas frágiles que solo podían ser salvadas con fajitos de billetes; como ellos no parecían entender la dinámica del asunto, la malicia indígena de su nativo amigo les comunicó que era un servicio pago, que nada era gratis en esta ciudad y muchos menos las mujeres, ellos un poco desencantados y desilucionados a excepción del alemán quien se había entusiasmado con la chica de cabellos negro, vestido blanco y piernas largas, se dispersaron de las jóvenes incluso de la morena, a ellas no las desmotivo mucho el desplante de los extranjeros pues su guardaespaldas ya tenia en la mira otro blanco y las envió a otra de las mesas ocupada por tres hombres de treinta y tantos, había uno barbado mayor que los otros a quien no le intereso el juego.

La mujer morena se dirigió a la mesa del hombre calvo y después de una corta conversión regreso donde los extranjeros, propiamente donde el mas guapo, el alemán, quien sabia poco habar español lo que era una ventaja para la joven, ella le ofreció una pastillas de cortesía, sus pericias seductoras funcionaban, el hombre la invitaba a mas licor y ella le ofrecía mas drogas, los espesos eran propios de este lugar. El estaba más activo de lo normal, bailaba y brincaba, ella más calmada de lo normal, movía su cabeza de un lado al otro y se desvanecía en los brazos del hombre. De nuevo el colombiano que los acompañaba preocupado seguramente no por la joven sino por lo que vendría después con el hombre calvo, su poco conocimiento del asunto le decía que generalmente los proxenetas no eran personas muy sanas y temeroso por su vida, advirtió al alemán de la posible sobredosis que estaba padeciendo la chica pero él no hizo caso. Luego de otro trago ella se tumba en el suelo y comienza a convulsionar. De un momento a otro el colombiano ha desaparecido. El alemán a quien la droga que tiene lo lleva a creer que está enamorado de la mujer morena, la retira del lugar y en un taxi la lleva al hospital. Diez minutos mas tarde el hombre calvo regresa y no ve a su chica, inmediatamente reclama a los dos extranjeros quienes le cuentan lo sucedido, el proxeneta enfurecido busca a su chica por cielo y tierra. Ni él ni sus dos amigas vuelven a saber de ella.


Laura Márquez Tisnéss

Otra historia de un bar

Otra historia de un bar

Una noche de sábado como cualquier otro, en un bar como cualquiera ya saben con sillas de madera maciza al igual que las mesas, con rayos laser y una máquina de humo un par de jóvenes amigos entraron a ver el partido de Colombia en un plasma de maso menos unas 42 pulgadas al pasar unos pocos minutos se les acercaron un trio de mujeres ya adultas quienes los invitan a pasar a su mesa después de titubear un par de segundos aceptamos, ¡he! digo aceptaron, bailaron bebieron y demás; uno de ellos se paró de la mesa y se dirigió a la barra estaba ubicada en la entrada del bar miro para afuera y noto que la 33 estaba a reventar pidió un par de cervezas y regreso al lugar cuando regreso ya las chica se avían marcado pero esto no fue una contratiempo ni mucho menos en ese mismo instante te ingresaron una joven acompañado con dos chicas que observaban fijamente al par de amigos, al terminar de tomarse la botella que les avía convidado la señora tomaron impulso y se acercaron a las chicas las sacaron a bailar un set de piezas al pasar una 6 canciones el joven que las acompañaba se levantó ofuscado y los agredió se desato una riña la cual ocasiono serias lesiones al hombrecillo este las chicas se despidieron y se fueron realmente putas con su amigo, al pasar el calor del momento llegaron una par de chicas solas las cuales fueron víctimas de este par de muchachos al tomarse unas cuatro botellas ya no recordaban donde era el retrete a sabiendas que el portón estaba exactamente pintado del negro de las paredes después de pagar la cuenta bueno de que ellas pagaran la cuenta se retiraron los cuatro juntos a otro lugar o a sus respectivas casa quien sabe, bueno en realidad si se sabe pero eso ya es historia de otro libro.

Juan pablo cossio

Vuaje al Sexo

En mi mediana vida he presenciado tantos actos sexuales como lo he deseado, las personas incluso sienten aversión por mi, las obscenidades, los impudores y los excesos son propios de mi fosco mundo. A pesar de haberlo hecho hasta empalagarme, no sé lo que es el placer, no sé si sea mi aspecto físico o mi apetito de sexo que salta a la vista pero mi visita nunca es grata donde llego.


Cuando se lleva una vida como la mía se aprende que el sexo no varía en las clases sociales, he visitado burdeles, prostíbulos, bares swingers, clubes homosexuales, he tenido a mujeres pobres, a hombres millonarios, homosexuales aparentando ser sementales y ni decir los constantes actos promíscuos que he evidenciado, he vivido penetraciónes anales, laterales, frontales, heterosexuales, homosexuales, incluso creo que alguna vez experimenté con animales.


Soy adicta a la sangre, según parece padezco un desorden cerebral llamado hematodixia, una especie de vampirismo, una enfermedad mental caracterizada por la excitacion sexual asociada con una necesidad compulsiva de sentir e ingerir la sangre, no creo estar enloqueciendo, las personas buscan constantemente maneras diferentes de tener sexo, yo me alimento y gozo de la sangre en el sexo. Mi parafilia sexual puede ser vista también como un fetiche, pero como ya dije, cada quien hace con el sexo lo que quiere.


En mi infancia tube mi primer acercamiento cuando me vi involucrada en un incidente sangriento en el que descubrí el placer que me producía la sangre, ingiero la sangre de otros seres humanos mordiendolos por placer, el sabor de ésta actúa para mí como una droga, como un alimento sin el cual no puedo vivir.


Puedo parecer la Condesa Elizabeth Bathory pero a diferencia suya no sobresalgo por mi belleza, mi pequeña estatura y piel un poco amarillenta no me dan los estándares de belleza necesarios para considerarme un prodigio, tampoco bebo la sangre de doncellas vírgenes, la virginidad va contra mis políticas obsenas y tampoco me gustan los sexos depilados, no es que sea coprofílica, es que le encuentro un inmenso deleite a pasearme entre los gruesos y negros bellos de las mujeres y hombres de todos los estatus, preferencias políticas, religiosas y sexuales.

Dicen que todos discriminamos y somos víctimas de ello en algún momento de nuestra vida en mayor o menos medida, yo nunca he discriminado a nadie, lo juro, a mi me gusta el sexo de todos, pero por el contrario si he sido víctima de tal repudio como situaciones sexuales he vivido, condición que no me afecta en lo mas mínimo, pues mientras haya sexo y sangre mis necesidades básicas se verán suplidas.


Si de viajes al sexo se trata, yo he tenido numerosos, aunque unos mejores y mas productivos que otros no me arrepiento de ninguno, las frondosas selvas que he visitado me han hecho lo que soy: una satisfecha ladilla.


Laura Márquez Tisnéss

martes, 16 de agosto de 2011



VIAJE AL SEXO:

“Según Laura, una de joven 27 años se encontraba una mañana en la ventana, mirando en esta se perdía en sus pensamientos. Formándose la imagen de ella misma en su noche de bodas iluminada y llena del aroma de las rosas, mientras su amado empieza a viajar en sus, boca, manos, piel etc. Provocando un viaje intenso, destilando pasión y una ternura pocas veces vistas incitando que sus pieles llenara el aire del aroma que causa el viaje al sexo”

Cuando viajan al sexo, pueden ver que existen muchos lugares ocultos e imaginablemente placenteros para lograr en las personas una emoción y adrenalina inexplicable, por lo cual, con el simple hecho de vivir se está listo para iniciar cualquier recorrido, pues se puede iniciar con un simple vacio en el estomago , con un beso o una marida transportando al ser humano por un viaje mental lleno de sentimientos, emociones y pensamientos, así mismo, los sentido como el gusto, tacto y olfato ayudan a que empiece un recorrido largo o corto, placentero o repugnante, dulce o amargo pero de todas maneras lleva a un viaje que transporta a otro lugar.

Este viaje puede ser al enamoramiento, que dicen que dura 3 años y luego ya se convierte en ternura o simplemente tu pareja se convierte en tu amigo gay, por lo cual todo se acaba, así mismo lo que nos lleva a ir al viaje y permanecer en él es el deseo pues entre esto exista los cuerpos estarán unidos en un solo lugar, teniendo en cuenta que también puede ser un viaje tormentoso que solo traerá problemas.

Este viaje le sucede a casi todos. No importa cómo, cuándo o con quien, pues solo sucede si sientes el latir del corazón logrando que despegues y llegues a un sitio especial que te hace recorres varios caminos y sentimientos consiguiendo que al final del recorrido veas la salida que es el clímax de tu viaje.

Diana Marcela Salazar Lopez

domingo, 14 de agosto de 2011

"Viaje al Sexo"


Para comenzar ¿Es el mejor viaje aquel acompañado de una conductora experta? ¿O es solo que me divierte adivinar como hace para llevarme a aquel lugar al que los dos queremos llegar estando juntos; sin ser necesario llegar al mismo tiempo?

Pero ahora sí, cuando hablo de viajes, recuerdo siempre lo mismo y podría decir que no siempre el mejor viaje es el que se hace acompañado por una experta. En el camino de placeres y decepciones por el que viajo y por el que me han acompañado tantas, nunca había sentido algo así parecido como lo que he sentido desde aquel día.

No sé si describirlo como algo frio o como algo muy caliente, por que hizo hervir mis sentidos y al mismo tiempo sentía un exagerado escalofrío que al recordarlo hace que sienta que pasan hormiguitas por todo mi cuerpo. Tampoco es preciso describirlo como agradable o repugnante, pues sentirme mojado por otro cuerpo que suda igual que yo, tirita sincronizado con mi cuerpo y expele olores, sabores, formas y tonos que se combinan en un juego de perder o ganar, de llegar después, y terminar sabiendo o sintiendo que no se ha perdido el tiempo invertido investigando aquel ser diferente, que al tocarlo siento que siente cosas quizá más fuertes de las que he llegado a sentir, es indescriptible. Tampoco es de un hombre decir que no se siente bien, pues la verdad fue fantástico, mágico, fascinante, deslumbrante y al mismo tiempo hasta ilógico; pues como pueden permanecer tanto tiempo junto dos cuerpos que en contacto permanente no se “pelen”, ni se dañen y mucho menos terminen sintiéndose como nuevos. No es tampoco cierto que nunca volvió a suceder, pues cuando las sombras se posan en cualquier lugar, es ella misma la que intenta esconder esos cuerpos que se unen, para separarse cuando ya la sombra no los puede guardar más.

PDT: He oído decir que no es necesario sentir amor por alguien para hacer este viaje, pero por experiencia propia proclamo que el resto de mis viajes los tomaré sintiendo aquello que unos por otros no sienten, muchos añoran y otros…bien, creo que nunca había tenido viajes tan placenteros como los que he tenido ahora último.


Julián David Díaz Herrera.