miércoles, 5 de octubre de 2011

VIAJE AL SEXO - Yoly García B.


En un mundo completamente incesante , donde los cuerpos se cruzan al azar y las mentes se convierten en victimas de si mismas y de su propia realidad, emerge un singular pretexto con el fin de adentrarnos e incorporarnos en lo que muchos suelen llamar el ritmo normal de la vida y la extensión como tal de nuestra permanencia . Quizás, en algún momento de esta rutinaria y acartonada existencia pudimos preguntarnos por el verdadero sentido de uno de los mas grandes placeres experimentados por el hombre, sin importar entonces que mas temprano que tarde podría convertirse simplemente en una cómoda parte de nuestra cotidianidad.

Si bien, al adentrarnos en el paradójico mundo del sexo, nos encontramos ante dos situaciones extrañas y aun así contrarias en cuanto a las opiniones propias de una misma sociedad; nos enfrentamos entonces ante el hecho del sexo por el sexo, y mucho mas distante de este percibimos la concepción del sexo propiamente dicho por romanticismo e incondicionalidad.

En un singular viaje donde dos cuerpos se funden el uno con el otro, para alcanzar ese profundo y mágico Clímax, nos percibimos en un instante donde la vida no ha dejado de correr, y donde no existe la casualidad pues es completamente indiferente a lo que creemos y sentimos. Así, un estallido de sensaciones en el mismísimo momento que un estruendo retumba en el cielo, seria el objetivo fundamental de semejante coctel tan asombroso; Dos personas completamente diferentes en cuerpo y alma, que por unos segundos sucumben en un solo espíritu.

Al parecer, somos mucho más que dos cuerpos entrelazados en un goce absoluto, también nuestra vida y nuestros fantasmas apuestan sin menor reparo en la culminación de nuestros sentidos.

Aun así, seria practico deducir que los hombres viven y sobreviven, aunque siempre exista el miedo a llevar solos el peso de su propia realidad; La búsqueda incesante de compañía y la lucha por la supervivencia se han convertido entonces en ese incentivo dulce y amargo para nuestra mutua cobardía, y el tiquete obligado para nuestro viaje, El Placer mismo.

Sin duda alguna, como decía Jorge Luis Borges: “¿De que otra forma se puede amenazar que no sea de muerte?, lo interesante, lo original, seria que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad”. En este sentido, estaríamos hablando de un recorrido de vida, donde dejamos de lado nuestros miedos y sin sabores para alcanzar por unos cuantos segundos una fracción de la eternidad.


Yoly Rocío García B.